La historia de la inmigración italiana en Mexico empieza desde los tiempos del Imperio español y se caracteriza por una continua relación -aunque limitada en número- siempre amistosa y fructífera para Mexico.
{{Quote|Las relaciones entre Italia y México tienen raíces antiguas. Desde el tiempo de la Conquista y a lo largo del período colonial, en el independiente y en el de la revolución, no faltaron figuras de italianos que vivieron en este País y dejaron las huellas de su misión. Giovanni Paoli, originario di Brescia, introduce el arte de la imprenta en México y Estados Unidos en la primera mitad del siglo XVI. En Veracruz se admiran todavía las imponentes estructuras del fuerte de San Juan de Ulúa, proyectado y construido por el arquitecto militar Giovanbattista Antonelli. En el 600 numerosos misioneros se establecieron en el norte para evangelizar y explorar la parte del continente americano que se asoma al Pacífico. Basta citar al padre trentino Eusebio Francisco Chino, S.J., geógrafo y explorador que demostró que Baja California es una península, Giovanni Maria Salvaterra, D.J., misionero en California, fundador de colegios y provincias de su Orden en México. En el 800 tenemos una serie de militares italianos que vinieron a México a combatir al amparo de la Bandera de los insurgentes, como Vincenzo Filisola de Potenza, que participó en la guerra de independencia y fue el primer oficial patriota en entrar a la capital el 24 de septiembre de 1821. Otro combatiente que llegó a las jerarquías más altas del ejército mexicano fue el conde Giuseppe Stavoli di [[Parma], sobreviviente de las campañas napoleónicas.[1] }}
El italo-mexicano se ha originado en la experiencia común de la migración desde Italia a finales de 1800, un período caracterizado por una más general diáspora italiana en las Américas (en virtud de las presiones de la transformación económica y el proceso de unificación italiana en un Estado-nación en 1861), y el establecimiento de comunidades, principalmente en el centro y al occidente de México.
Sólo alrededor de 3.000 italianos emigraron a México durante este período, y al menos la mitad de ellos regresaron posteriormente a Italia, o fue a los Estados Unidos.[2]
Aunque hubo una pequena inmigración burguesa durante la colonia (en la que vino la familia de Manuel Lombardini, Presidente de Mexico en 1853), la mayoría de los italianos que vinieron a México eran agricultores o trabajadores agrícolas de los distritos del norte mexicano. La mayoría de estos inmigrantes procedieron del norte de Italia, especialmente desde el nordeste de las regiones de Véneto, Lombardía y Trentino-Alto Adigio.[3] Otros llegaron en las primeras décadas del siglo XX, incluídos muchos del sur de Italia.
El aporte de la pequeña comunidad italiana en esas décadas se manifestó en muchas areas: en el campo de las Bellas Artes se recuerdan pintores como Eugenio Landesio, milanés, que enseñó en la Academia de San Carlos, además de Francesco Saverio Cavallari, oriundo de Palermo y profesor de la misma Academia; en arquitectura durante los primeros años del siglo XX trabajaron en México el arq. Silvio Contri, que hizo el edificio de la Secretaría de Transportes y el ferrarés Adamo Boari, a quien se deben el gran Palacio de Bellas Artes y el edificio de Correos en Ciudad de México.
Un número importante de colonos italianos, que llegaron a finales de 1800 y principios de 1900, recibió donaciones de tierras de parte del gobierno mexicano con las que crearon importantes colonias agricolas como Nueva Italia y Zentla:[4]
En el siglo XX los italo-mexicanos se han integrado completamente en los niveles altos de la sociedad mexicana, especialmente en el área metropolitana de la capital. Por ejemplo, la madre del Presidente de México Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) es de descendencia italiana.
En 2007, además de los italo-mexicanos, hay 9.478 Italianos residentes en Mexico (incluyendo los mexicanos con doble pasaporte)Comunidad Italiana Actual....
Hoy en día, muchos italo-mexicanos siguen residiendo en las ciudades fundadas por sus antepasados. Otras ciudades fundadas por inmigrantes italianos se encuentran en los estados de Veracruz (Huatusco), San Luis Potosí, México y el Distrito Federal.
Si se llega a viajar al estado de Aguascalientes se puede notar que hay una gran porción de descendientes de italianos, resultado de la epoca de la emigración de franceses e italianos. Más pequeño, pero también notable, el número de italo-mexicanos que se encuentran en Guanajuato, Estado de México, y en las Ex-Haciendas (hoy ciudades) de Nueva Italia y Lombardía (hoy en día de nombre Gabriel Zamora) en el estado de Michoacán: fueron ambas fundadas por Don Dante Cusi originario de Gambará, Brescia, y posteriormente habitadas por los seguidores de Don Dante que emigraron de Italia (quienes ayudaron en los trabajos agrícolas altamente especializados y avanzados en su época, junto con la gente local).
Hoy en día el manejo de las tierras michoacanas por los Cusi sigue siendo objeto de estudio en Universidades Inglesas. Playa del Carmen en el estado de Quintana Roo también ha recibido una notable cantidad de inmigrantes de Italia.
Se calcula que unos 300.000 mexicanos tienen descendencia italiana aunque casi todos han olvidado la lengua italiana, mientras que principalmente en la capital se encuentra una comunidad de casi 10.000 italianos (de pasaporte italiano), que hablan el idioma italiano. Hay que precisar que el estudioso Antonio Peconi afirma que son mas de medio millon los descendientes de italianos en el Mexico actual, ya que hay que agregar todos los hijos ilegítimos desde los tiempos de la colonia (especialmente con mujeres indias y mestizas, que no reportaban oficialmente la paternidad).[8]
La gran mayoría de los italo-mexicanos ha alcanzado un alto nivel social en la actual sociedad mexicana. Uno de los mas conocidos es Daniel Mastretta, creador del primer carro deportivo hecho en Mexico industrialmente: el Mastretta MXT.
Los nuevos inmigrantes italianos de las últimos años se han asentado especialmente en centros turísticos como la Riviera Maya, la Península de Baja California, Puerto Vallarta, Cancún y otras localidades, donde han adquirido vivienda y han generado fuentes de empleo como restaurantes, hoteles y centros de entretenimiento.